Este domingo de reconciliación y desagüe,
de desarme,
esta tregua momentánea de recuento
y disuasión...
que no sirva de precedente.
Es verdad que estabas
más guapa que nunca,
con tu tráfico, tus lucecitas de navidad
encendidas desde agosto,
tu amanecer
tremendamente adictivo
por su naranja
y la contaminación.
Te sienta bien la contaminación,
esa mañana te sеntaba bien,
filtraba la luz como el papel cеbolla
y ese amarillento nublado
también resaltaba
el azul de mis ojos.
Tus mañanas son como las mías,
con ese rastro de pintura negra en el contorno
y ese violeta de temprano, de ojeras,
por las secuelas de la noche
ajetreada.
¿Soy yo la que se parece a ti o eres tú,
que me has estado tentando hasta convertirme
en lo que tú querías?
Este saco de ojeras y de huesos
que vaga por tus cloacas esperando
que te dé por sacarme de ahí y
me pagues lo que me debes.
Se nota que no tienes ni puta idea
de donde vengo,
se nota que no sabías quien era
hasta que me trajiste a tus cloacas,
si lo supieras
me habrías puesto en otro sitio.
Pero da igual.
Porque mi excentricidad era inapreciable
al lado de la tuya,
mi soberbia era una canica
al lado de la tuya,
y por eso siempre me sentí
cómoda bajo tu látigo,
porque mi locura y mi crueldad
pasaban desapercibidas
y en comparación
aquí yo era David
y tu Calígula.
Eres tan cínica,
eres tan jodidamente cínica
hija de puta que pareces el mismo Dios
te crees el mismo Dios, ¿verdad?
Pues he venido a darte de tu propia medicina.
Te crees que tu administras
y repartes, y partes la pana
pero se nota que no tenías ni idea
de quien era yo antes de traerme,
y eres tú la que se parece a mí,
la que ya quisieras parecerte
un poco a mí,
ya quisieras.
Este domingo has estado muy cerca.
Pero eso.
Que no sirva de precedente.