Las cadenas que te atan
Se parecen mucho a los rostros conocidos
A la forma de juzgarte con sus ojos
A la condena de sus lenguas
No abren sus flores para escucharte
No saben quitarse las lentes resentidas
La temperatura de su piel sólo conoce el color de la envidia
Te sentís entonces
Espectáculo que no entretiene
El silencio cuando se apagan las bocinas
El chisme que no le interesa a dios
El abismo que se derrumba cuando cae la aguja minutera
La gotera que no permite descansar los ojos
Tu canto sólo quería ser canto
Brisa que crispa la curvatura de las plumas del ala
Nacimiento de agua entre la basura
Percusión que palpita al ritmo de la sangre
Pero embarraron tu voz con su mierda
No hacen sino esnifarte con placer desconfiado
Desgarran tu piel con constancia roedora
Te infectan con su fiebre negra
Una no sabe si llorar a profundidad
O endrogarse la sensibilidad
Si ponerse un candado en la boca
O regar las tripas sobre la acera
Izar la bandera de la nada
En medio de una plaza cuyo nombre a nadie interesa
Plasmar los mejores versos en hojas de papel periódico
Hoy el indigente las usará como almohada
Mañana
Para perder su sueños