Eduardo Darnauchans
La muerte de la muñeca pintada
Todos la tironeaban
Hollywood le arrancó el pedazo más grande
Sólo quedaba de ella el corazón
-Un desolado corazón-
La lluvia pródiga de su cabellera
La última claridad de su mirada
Y una calle de infancia y abandono
Construida en la fábrica de sueños
Se rompió como un sueño
Rodando en pesadilla al césped donde yacen
Los gorriones caídos y el verano
Y fue el tocante Réquiem para una Marilyn:
Los extras acunaron la muerte de la estrella
Con un terrible blues de lágrimas oscuras