Gata Cattana
Diagnóstico II
No sabría describir bien los síntomas,
es como...
Es como un pellizco que martillea
en los adentros,
que no me deja concentrarme
en las películas,
que me mantiene cansada
pero luego no me deja descansar,
que no me da tregua ni tiempo
para coger aire.
Es como una mezcla efervescente
de ansiedad y nihilismo
que vengo arrastrando
desde que era tonta.
Como una apuesta perdida
desde el principio,
como una fe ciega
de hostias profundas.
Es como el instinto
primitivo e inocente de Pandora,
que se me mete en los ojos
y se me quedan temblando
por ver lo que han visto.
Y me dura un par de días aproximadamente.
Sin comer, sin respirar,
enmudecida.
Hurgando en lo poco de humana
que me quede,
aún resistiéndome a renegar de mi especie,
jugando en el equipo adecuado,
y pagando todavía las deudas de Prometeo.
No hay daños físicos aparentes,
la orquesta está dentro, pase.
¡Vea! ¡Vea!
Mire lo que le digo,
inspeccione de dónde viene
el pellizco martilleante,
la jaula de grillos,
la jauría de lobos que me aúlla dentro.
He probado de todo.
Medicina natural y alternativa.
Calmantes legales e ilegales.
Y lo único que acaso me consuela levemente
es este balbuceo débil e inconforme,
ese poema nunca escrito
la alineación perfecta,
simbiótica
de las palabras y los silencios
que dé con la tuerca que me faltaba.