[Soneto 1]
El hombre piso algo puntiagudo eso pensó, y en
seguida sintió la mordedura en el pie, salto a
delante y vio como en desaparecía la mórbida cobra
que arrollada sobre sí misma, esperaba otro
ataque. El hombre echo una veloz ojeada a su pie,
donde dos gotas de sangre se engrosaban poco a
poco, enfurecido sacó el machete la cobra vio la
amenaza y hundió la cabeza en el centro de su
espiral; pero el machete cayo de lomo, dislocándose
las vértebras. El hombre quito las gotas de sangre
y durante un instante contemplo; después un dolor
nacía de los puntitos violetas y comenzaba a
invadir todo su pie, apresuradamente se ligó la
mordedura con su pañuelo y siguió por la picada
hacia su rancho.
El dolor de su pie aumentaba con sensación de
tirante abultamiento, y de pronto el hombre sintió,
tres fulgurantes puntadas que, como relámpago,
había tocado la herida, movía la pierna con
dificultad una metálica sequedad en la garganta,
seguida de sed quemante, hostigaba su cuerpo.
Llego por fin al rancho y se echó de brazos sobre la
rueda de un trapiche. Los dos puntitos violeta
desaparecían ahora la monstruosa hinchazón del
pie entero, la piel parecía adelgazada y a punto de
ceder, quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró
en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo
devoraba