Huracán, huracán, venir te siento,
Y en tu soplo abrasado
Respiro entusiasmado
Del Señor de los aires el aliento.
En las alas del viento suspendido
Vedle rodar por el espacio inmenso,
Silencioso, tremendo, irresistible
En su curso veloz. La tierra en calma
Siniestra; misteriosa,
Contempla con pavor su faz terrible.
¿Al toro no miráis? El suelo escarban,
De insoportable ardor sus pies heridos:
La frente poderosa levantando,
Y en la hinchada nariz fuego aspirando,
Llama la tempestad con sus bramidos.
¡Qué nubes! ¡qué furor! El sol temblando
Vela en triste vapor su faz gloriosa,
Y su disco nublado sólo vierte
Luz fúnebre y sombría,
Que no es noche ni día...
¡Pavoroso calor, velo de muerte!
Los pajarillos tiemblan y se esconden
Al acercarse el huracán bramando,
Y en los lejanos montes retumbando
Le oyen los bosques, y a su voz responden.
Llega ya... ¿No le veis? ¡Cuál desenvuelve
Su manto aterrador y majestuoso...!
¡Gigante de los aires, te saludo...!
En fiera confusión el viento agita
Las orlas de su parda vestidura...
¡Ved...! ¡En el horizonte
Los brazos rapidísimos enarca,
Y con ellos abarca
Cuanto alcanzó a mirar de monte a monte!
¡Oscuridad universal!... ¡Su soplo
Levanta en torbellinos
El polvo de los campos agitado...!
En las nubes retumba despeñado
El carro del Señor, y de sus ruedas
Brota el rayo veloz, se precipita,
Hiere y aterra a suelo,
Y su lívida luz inunda el cielo.
¿Qué rumor? ¿Es la lluvia...? Desatada
Cae a torrentes, oscurece el mundo,
Y todo es confusión, horror profundo.
Cielo, nubes, colinas, caro bosque,
¿Dó estáis...? Os busco en vano:
Desparecisteis... La tormenta umbría
En los aires revuelve un oceano
Que todo lo sepulta...
Al fin, mundo fatal, nos separamos:
El huracán y yo solos estamos.
¡Sublime tempestad! ¡Cómo en tu seno,
De tu solemne inspiración henchido,
Al mundo vil y miserable olvido,
Y alzo la frente, de delicia lleno!
¿Dó está el alma cobarde
Que teme tu rugir...? Yo en ti me elevo
Al trono del Señor: oigo en las nubes
El eco de su voz; siento a la tierra
Escucharle y temblar. Ferviente lloro
Desciende por mis pálidas mejillas,
Y su alta majestad trémulo adoro.
English Translation
The Hurricane
Lord of the winds! I feel thee nigh,
I know thy breath in the burning sky!
And I wait, with a thrill in every vein,
For the coming of the hurricane!
And lo! on the wing of the heavy gales,
Through the boundless arch of heaven he sails;
Silent and slow, and terribly strong,
The mighty shadow is borne along,
Like the dark eternity to come;
While the world below, dismayed and dumb,
Through the calm of the thick hot atmosphere
Looks up at its gloomy folds with fear.
They darken fast; and the golden blaze
Of the sun is quenched in the lurid haze,
And he sends through the shade a funeral ray —
A glare that is neither night nor day,
A beam that touches, with hues of death,
The clouds above and the earth beneath.
To its covert glides the silent bird,
While the hurricane's distant voice is heard,
Uplifted among the mountains round,
And the forests hear and answer the sound.
He is come! he is come! do ye not behold
His ample robes on the wind unfurled?
Giant of air! we bid thee hail!—
How his gray skirts toss in the whirling gale;
How his huge and writhing arms are vent,
To clasp the zone of the firmament,
And fold at length, in the dark embrace,,
From mountain to mountain the visible space.
Darker — still darker! the whirlwinds bear
The dust of the plains to the middle air:
And hark to the crashing, long and loud,
Of the chariot of God in the thunder-cloud!
You may trace its path by the flashes that start
From the rapid wheels where'er they dart,
And the fire-bolts leap to the world below,
And flood the skies with a lurid glow.
What roar is that? — 'tis the rain that breaks
In torrents away from the airy lakes.,
Heavily poured on the shuddering ground,
And shedding a nameless horror round.
Ah! well known woods, and mountains, and skies,
With the very clouds! — ye are lost to my eyes.
I seek ye vainly, and see in your place
The shadowy tempest that sweeps the space,
A whirling ocean that fills the wall
Of the crystal heaven, and buries all.
And I, cut off from the world, remain
Alone with the terrible hurricane.