Pedro Aznar
Insomnio
De fierro
De encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche
Para que no la revienten y la desfonden
Las muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto
Las duras cosas que insoportablemente la pueblan

Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
En vagones de largo ferrocarril
En un banquete de hombres que se aborrecen
En el filo mellado de los suburbios
En una quinta calurosa de estatuas húmedas
En la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre

El universo de esta noche tiene la vastedad
Del olvido y la precisión de la fiebre

En vano quiero distraerme del cuerpo
Y del desvelo de un espejo incesante
Que lo prodiga y que lo acecha
Y de la casa que repite sus patios
Y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
De callejones donde el viento se cansa y de barro torpe

En vano espero
Las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño
Sigue la historia universal:
Los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales
La circulación de mi sangre y de los planetas

(He odiado el agua crapulosa de un charco
He aborrecido en el atardecer el canto del pájaro.)

Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur
Leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración
No se quieren ir del recuerdo

Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de
Plata fétida:
Soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires

Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
Ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún
Muerto
Porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
Tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o
Muertos
-aunque se oculten en la corrupción y en los siglos-
Y condenarlos a vigilia espantosa

Toscas nubes color borra de vino infamarán el cielo;
Amanecerá en mis párpados apretados