Hijo de algún confín de la llanura
Abierta, elemental, casi secreta
Tiraba el firme lazo que sujeta
Al firme toro de cerviz oscura
Se batió con el indio y con el godo
Murió en reyertas de baraja y taba;
Dio su vida a la patria, que ignoraba
Y así perdiendo, fue perdiendo todo
Hoy es polvo de tiempo y de planeta;
Nombres no quedan, pero el nombre dura
Fue tantos otros y hoy es una quieta
Pieza que mueve la literatura
Fue el matrero, el sargento y la partida
Fue el que cruzó la heroica cordillera
Fue soldado de Urquiza o de Rivera
Lo mismo da. Fue el que mató a Laprida
Dios le quedaba lejos. Profesaron
La antigua fe del hierro y del coraje
Que no consiente súplicas ni gaje
Por esa fe murieron y mataron
En los azares de la montonera
Murió por el color de una divisa;
Fue el que no pidió nada, ni siquiera
La gloria, que es estrépito y ceniza
Fue el hombre gris que, oscuro en la pausada
Penumbra del galpón, sueña y matea
Mientras en el oriente ya clarea
La luz de la desierta madrugada
Nunca dijo: soy gaucho. Fue su suerte
No imaginar la suerte de los otros
No menos ignorante que nosotros
No menos solitario, entró en la muerte